miércoles, 4 de marzo de 2015

Toda aventura tiene un comienzo

Aquí empiezo a relatar mi pequeña aventura por Nueva Zelanda - Aoteoroa.
Por fin me he animado a hacerlo, tras unas cuantas peticiones.



Todo comienza un frío 4 de febrero con el trayecto en tren de Oviedo a Madrid. El norte de España soporta esa semana el peor temporal del año y afecta enormemente a las comunicaciones en Asturias. No se podía ir en tren hasta León debido a que un gran alud bloqueaba un tramo importante de la vía por lo que salimos de Oviedo en un autobús fletado por Renfe. Logramos cruzar a duras penas el Huerna a las 8 de la tarde y apenas media hora después la autopista queda cerrada. Pasamos por los pelos.



En la estación de León, quedamos sin información y a la espera de un tren que parece que bajará a Madrid. Tras casi tres horas y anuncios por parte de Renfe de que dormiremos en León, conseguimos salir de la estación y llegamos a Madrid con 3 horas de retraso. Como anécdota diré que me olvidé en el tren la bolsa en la que había tenido mi pasaporte todo el viaje y por suerte, a 30 minutos de llegar a Madrid había decidido sacarlo.
En Madrid, Ángela me esperaba en su casa y me dió el último techo en España aunque no pude despedirme en condiciones ni pudimos empezar a programar el Xiringüelu 2016.
El día 6 me tocaba hacer el trayecto Aeropuerto Madrid Barajas Adolfo Suárez - Istambul Sabiha Göçen con Pegasus Airlines(compañía barata, de buena calidad y muy recomendable para viajar hasta y por Turquía) por 89 €. En el aeropuerto coincido con Laura y me despido de ella, viaja rumbo a Sevilla para pasar no se sabe cuántos meses surcando los mares(de momento sigue en ello rumbo Glasgow).


A la mañana siguiente, tras bastante trabajo conseguí meter 18 kg en mi maleta y 8 kg en mi mochila de 40 litros. Es más complicado de lo que pensáis hacer maletas para irte un año a las antípodas.

Llegué a Estambul a las 9 de la noche del 5 de febrero y acaboé el día cenando un par de Tabuk durum(kebab de pollo) por la calle de Istiklal y en el hostal conocí a una pareja muy maja chileno-francesa con los que estuve hablando un buen rato. 
Amaneció el 6 de febrero y quise repasar alguno de los edificios que más me gustaron en la visita a Estambul en marzo 2014 como la Mezquita Azul o la Mezquita de Fatih. En la mezquita del Príncipe me ofrecí a sacar una foto a un grupo heterogéno de hispanos(3 argentinos, una venezolana y una española) y acabé pasando una muy buena mañana con ellos. Espero volver a ver a Nico y a Yerly. 


Visitamos la Mezquita de Fatih, la Iglesia de San Salvador de Cora(estaba pendiente de marzo) y la Mezquita de Mihrimah Sultan coincidiendo con uno de los rezos del viernes Después de eso y antes de coger las maletas para ir al aeropuerto me despido de la Mezquita Azul.


Mezquita de Süleymaniye


Mezquita de Fatith

 Patio de Mezquita de Fatih

Monasterio de San Salvador de Cora



Mezquita Azul

Santa Sofía

Era la primera vez que salía de Europa, más allá de Turquía, tocaba hacerlo solo y con un billete de avión lo suficientemente barato como para dudar de él. Por lo tanto, me planté en el aeropuerto de Ataturk con más de seis horas de antelación.  El primer vuelo era Estambul-Urumqi(China) y facturé sin ningún tipo de problema con China Southern Airlines mi billete sacado con TripAir y encontrado en Skyscanner, el pero fue que no me dejaron facturar la maleta hasta Auckland.
El miedo volvió cuando me tocó enfrentarme al control de pasaportes en China pero no hubo problemas. Además, una uigur muy maja que conocí en el avión me echó una mano por el aeropuerto a 30 º C de la fría y nevada Urumqi. Un poco más cerca, estaba en China.
Urumqi

La escala de Urumqi era de 4 horas, me dió para echar alguna siesta y descubrir la afición de los chinos por el agua caliente sola y la multitud de máquinas que la suministran.

Tras la escala me tocó hacer Urumqi-Guangzhou y por fin conseguí facturar la maleta hasta Auckland. El vuelo de 4 horas pasó volando.
Bien distinta fue la escala de 14 horas que tuve en en Guangzhou: dormí lo que pude en el aeropuerto pero cuando desperté y me quise dar cuenta parecía un actor de The Walking Dead. 




Por fin me subí al último avión. Era el vuelo más más largo(10:30 horas), me dieron de cenar, de desayunar y escuché varios discos cortesía de la compañía. Definitivamente China Southern Airlines me enamoró porque el vuelo me pasó muy rápido y te alimentan de cine, aunque no sepas lo que estas comiendo.


Llegué a Auckland a las 7 de la mañana del 9 de febrero, 5 días después de salir de casa. Por fin estaba en Nueva Zelanda, solo y con mi inglés digno de un recién bajado del monte. Se demostró que se puede viajar a las antípodas chapurreando el peor de los ingleses imaginable.

 Pasé los controles oportunos con un par de preguntas sobre mi viaje con origen en Estambul y no me hicieron limpiar las botas de montaña como le había hecho a algún compañero de la WHV. Fui previsor, las llevaba limpias y además la kiwi del control debe de tener una imagen de que España es como Almería y que era casi imposible que las botas tuviesen barro. No penséis que en NZ tienen a frutas haciendo controles, aquí los neozelandeses se denominan kiwis y la fruta es el kiwifruit.

 Después de salir del aeropuerto me subí a un bus que en vez de ir a Auckland, me acabó llevando a la terminal del aeropuerto de vuelos nacionales.  Así de empanado lleguaba a NZ. Allí, después ir al baño y cuando estaba a punto de coger el autobús correcto para ir a Auckland, reconocí por megafonía algo parecido a mi nombre. Me puse en lo peor, me imaginé deportado y cuando conseguí enterarme de qué pasaba, me dijeron que habían encontrado mi cartera en el baño. Me hubiese quedado sin tarjeta, dni, carnet de conducir en mi primer día en Nueva Zelanda. Gracias al que me salvo de una aventura mayúscula.

La primera noche en Nueva Zelanda la pasé en el Newton Lodge donde conocí a los primeros españoles: Jordi y a Carlos pero por poco tiempo ya que el resto de la semana tenía apalabrado couchsurfing con Luis, un mexicano residente en Narrow Neck, uno de los mejores barrios de Auckland. Aunque para ir al centro tengas que caminar la larga Lake Road y coger un ferry por 6 $ el trayecto, mereció mucho la pena. Era mi primera experiencia de Couchsurfing y tenía un poco de miedo, para que negarlo, pero con él me sentí como en casa, nos contamos nuestras historias, aprendí bastante de él y de sus primeras experiencias en NZ.

Increíble la cata de tequilas que me ofreció y con la que descubrí que lo que bebemos en chupitos en España nada tiene que ver con el tequila. Uno de los días salimos a correr hasta Mount Victoria (un cono volcánico con unas vistas espectaculares de la Auckland nocturna) cuando aún era de noche y por fin llegó el momento del primer baño en el Pacífico, en la playa de Narrow Neck Beach. Quedó pendiente el yoga, seguro que para la próxima me animo.
 No negaré que a pesar de conocer a Luis, esa semana fue dura y me pasaba la mitad del día preguntándome quién me había convencido de plantarme solo en el otro extremo del planeta.  En esa semana también aproveché para pasar un día en Rangitoto, pasar mi primer fin de semana en Coromandel conociendo a mucha gente de Couchsurfing y hacer el Free Walking Tour con el que me convencí de que le iba a dar una oportunidad a la ciudad de Auckland unos  meses cuando mi intención inicial era bajar a Chistchurch la primera semana. Pero de eso hablaré en el próximo capítulo. Esperemos que no tarde mucho.



Todos los comienzos son difíciles.


Gracias

4 comentarios:

  1. ¡Madre mía! Vamos, que llegaste sano y salvo y con todas tus pertenencias, ¡de milagro! Jajaja

    ¡Cuántas cosas has hecho ya!

    P.D. Recuerda mi postal... jiji

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    1. Claro que me acuerdo de tu postal!!! Estoy esperando a encontrar una chula de la isla sur.

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